El tranquilo pueblo de Luarca conserva las casas blancas y todo el encanto y atractivo de su tradición marinera.
Construido alrededor de una cala en forma de «S» entre acantilados escarpados, el casco antiguo de Luarca, su paseo marítimo y el puerto conforman un conjunto que merece la pena visitar. Un pequeño río divide el pueblo en dos, aunque numerosos puentes estrechos lo unen de nuevo. Sus construcciones más características son el faro, la capilla de La Atalaya y el cementerio sobre la costa cortada a pico, donde reposan los restos del premio Nobel Severo Ochoa, natural de esta localidad. El carácter tradicional de Luarca se refleja en sus chigres -antiguas tabernas asturianas-, donde el visitante puede iniciarse en el arte de beber sidra.